12 abr 2014


De aquellos patos, estos osos.
Creo que todo el mundo conoce el cuento del Patito Feo, la historia del palmípedo que sintiéndose diferente entre sus hermanos crece hasta convertirse en un bello cisne, pero yo quisiera contarles una versión alterada de esta historia, donde el protagonista es un oso que llega a Gaylandia buscando lo que todos queremos: amistad, amor, respeto; y lo primero que ve es que el lugar está lleno de bellos y esbeltos cisnes con plumajes deslumbrantes; nada que ver con cuerpos peludos y fornidos, que son los que realmente a él le atraen.

Pero Gaylandia es un sitio grande, más de lo que aparenta a simple vista y también evoluciona, así que sorprendido, nuestro amigo se encuentra con otros como él, e incluso con muchos antiguos cisnes convertidos, con el paso del tiempo, en camaradas úrsidos. Y allí nuestro oso vive todo lo feliz que puede dedicándose a organizar quedadas con sus semejantes.

Porque hay que reconocer que el siguiente paso evolutivo del hombre gay es ser OSO. La mayoría de las veces por atracción, pero otras por comodidad (No veas lo ladilloso que es ir a gym 3 horas al día y el dineral que te dejas en cremas depilatorias, ceras, láseres y otros medios antipilosos), por ser realista (La mayoría de nosotros nunca luciremos como los modelos de los anuncios y, ni con mucho lubricante, cabremos en una talla 38), pero también por estética (Un reciente estudio demostró que los hombres con barba son mucho más atractivos que los que no la llevan). Porque, reconozcámoslo, ahora parece que además ser oso está de moda.

Sea cual sea el motivo de cada uno, cada vez hay más hombres gays (y heterosexuales, todo sea dicho) que adoptan la estética bear. Los hombres barbados ya son legión, están por todas partes, nos rodean. Allá donde vayamos nos encontraremos con más asiduidad a esta tipología masculina, donde la madurez junto con el vello corporal y un cuerpo fornido es, también, siempre un plus. Cuanto hay en ellos de realidad y cuanto de moda ya es otro cantar, pero esta manada parece que tiene cada vez más integrantes que han llegado para quedarse, con sus fetiches, ídolos, páginas web, quedadas, clubes, tiendas especializadas, bares, discotecas..., todo un abanico de alternativas creado exclusivamente para ellos, y donde lo que menos importa es que toda tu vida hayas sido oso o, por el contrario, tengas un pasado como pato.
Fénix Díaz